Al terminar el mes de septiembre falleció mi abuela, una mujer cristiana quien había influenciado a muchísimos de nosotros para seguir a Jesús. Ella era fiel esposa y maravillosa madre y abuela. Ayudó a los pobres y a los enfermos, y así nos dio muy buen ejemplo. Sobre todo, dio testimonio del amor de Dios y de su gracia derramada por el evangelio de Cristo. Fue un privilegio mío muy grande el compartir la Palabra con los familiares y amigos.
El mismo fin de semana, tuve otro gran privilegio. Viajé con mi madre a asistir a la presentación de mi nieto Curtis. (Joy no pudo acompañarme porque estaba recuperándose de su cirugía.) El Pastor Don Baier les encargó a los padres jóvenes la responsabilidad importante de enseñar a su hijo (mi nieto) los caminos del Señor. Me emocioné al pensar en la heredad de fe y de responsabilidad que mi familia ha recibido de mis abuelos--la misma que he podido traspasar a mis hijos y (con la ayuda de Dios) a mis nietos.
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